miércoles, 26 de diciembre de 2012

Trabajo final. Las relaciones Estado-Iglesia y el movimiento de los curas obreros

Las relaciones Estado-Iglesia y los curas obreros

Sacerdotes obreros, curas obreros o curas rojos son denominaciones para los sacerdotes católicos que se aproximan al movimiento obrero y viven ellos mismos como obreros, realizando algún tipo de trabajo de baja cualificación. Se les puede considerar como uno de los fenómenos precedentes de la Teología de la Liberación. Esta teoría nació del seno de la Iglesia católica tras el Concilio del Vaticano II y trata de difundir sus ideas que consisten en eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.
Los curas obreros representan un movimiento eclesial que nace en Francia en 1944, hasta que en 1959 fue suprimido por el papa Juan XXIII a causa de haberse comprobado que la mitad de ellos había dejado de oficiar misa o ejercer su ministerio. Posteriormente, el papa Paulo VI volverá a autorizar la experiencia y en 1964 se extendió a España.
Los curas obreros en los años 60 y 70 tuvieron sus años de gloria porque eran muy activos en las fábricas con las luchas obreras y sociales pero sin dejar de ser curas. Además, muchos decidieron casarse y no aceptar el celibato impuesto por la Iglesia. Por esas razones, fueron excluidos y marginados de la institución eclesiástica. Los curas obreros decidieron prescindir del salario eclesiástico y de los privilegios que les venían dados para trabajar codo a codo con la clase obrera, desde dentro.
Durante la primera época de la dictadura surgida al final de la Guerra civil, se produce un apoyo total de la Iglesia al franquismo, necesario para el régimen, sobre todo a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. A cambio de su apoyo la Iglesia obtendrá una serie de beneficios.

Posteriormente se irá produciendo una secularización de la sociedad; las transformaciones socioeconómicas iniciadas a finales de los 50 produjeron un deterioro de las mentalidades, actitudes y valores tradicionales. A ello habrá que añadirlas nuevas orientaciones vaticanas (Juan XXIII, Pablo VI y el Concilio Vaticano II de 1962-1965) que supondrán la aceptación por la Iglesia de nuevos principios sociales y políticos y un cambio brusco de sus relaciones con la sociedad y el Estado.
Cardenal Marcelo González

A finales de 1975, cuando se produce el fallecimiento del dictador, en la Iglesia católica española se podían distinguir dos corrientes ideológicas perfectamente diferenciadas: por un lado existía una corriente que se mostraba partidaria del mantenimiento del franquismo, cuyo máximo representante era el cardenal Marcelo González, y por otra parte se manifestaba una corriente renovadora que encarnaba el cardenal Tarancón.



A estas alturas ya se había producido una ruptura de la uniformidad tradicional del catolicismo español motivada por dos acontecimientos singulares, por una parte, la presión ejercida desde abajo es decir, las bases sobre la jerarquía oficial, y por otra parte, el influjo que había supuesto el Concilio Vaticano II, que asumió los presupuestos del Estado democrático y la concepción ético-jurídica de los derechos humanos.

Ante toda esta situación surgió el movimiento de los curas obreros. La comunión entre Iglesia y Estado se forjó a balazos en las primeras décadas de dictadura. Y cuando algunos sacerdotes trataron de plantar cara al régimen, fueron multados y encarcelados en la prisión de Zamora que se inauguró en 1968.
El sacerdote Laureano Molina explicaba que los curas obreros son  los hijos del Concilio Vaticano II. Los que deciden cambiar la sotana por el mono de trabajo. Molina se secularizó asfixiado por una Iglesia que no dejó hueco a los que entendieron el Evangelio como herramienta para ayudar a los pobres. Tras salir de la Iglesia, ejerció de camionero, se casó y tuvo tres hijos.



Molina chocó en la década de 1970 contra el obispo de Zaragoza, Pedro Cantero Cuadrado, procurador en las Cortes, miembro del Consejo del Reino y del Consejo de Regencia. Cantero fue uno de los inquisidores que trató de sofocar el obrerismo cristiano. Decenas de curas fueron multados por desviarse de la doctrina del régimen. Quien no aceptó la multa, no tuvo otra salida que la secularización o el castigo en la cárcel de Zamora.


En 1956-1957 ascendieron los tecnócratas al gobierno, la llegada del Opus Dei y de Juan Pablo II supuso el inicio de la ruptura y la involución actual. Las reacciones de oposición al régimen se manifestaron en distintos frentes, uno de los más importantes fue el de la iglesia. Se inició un proceso de distanciamiento entre la iglesia y el estado a partir del Concilio Vaticano II. Miembros de la jerarquía eclesiástica comenzaron a denunciar la situación de los trabajadores, a la vez que sacerdotes jóvenes y católicos progresistas se acercan al mundo obrero. Poco a poco estos procesos terminarían llevando a España hacia el laicismo y la secularización.

Dividiremos el tema en cuatro puntos diferentes y son los siguientes:

3. La relación Estado-Iglesia en la actualidad.

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